La residencia
Lenin Fisher
La residencia es el período de estudio, entrenamiento y
trabajo en que un Médico y Cirujano se especializa en una rama de la carrera de
medicina, que se realiza generalmente en un ambiente hospitalario, que dura
tres o cuatro años, tras lo cual una universidad entrega el título de
especialista. (1,2)
Según el Dr. Oscar Aragón Téllez, destacado oftalmólogo
nicaragüense, de la ciudad de León, la residencia es la mejor etapa de la vida
y formación de un médico. Sin embargo, esto es relativo y no todos los médicos
lo comparten. (1,2)
El residente o médico residente juega un doble papel: estudiante y
profesional trabajador. Como estudiante debe esforzarse disciplinadamente en
aprender todos los conocimientos teóricos y prácticos de la especialidad que
está estudiando. Y como trabajador debe cumplir un horario laboral diario de
ocho horas y además hacer turnos nocturnos o durante los fines de semana. El
trabajo es tanto –entre más se hace y se ve más se aprende-, que algunos
afirman que el residente tiene hora de entrada, pero no tiene hora de salida.
Por ese arduo ritmo de estudio y trabajo es recomendable hacer la residencia lo
más joven posible. Esto no niega la necesidad de revisar las extensas jornadas
laborales de 32 horas continuas, y a veces más tiempo, cuando se trabaja ocho
horas, se continúa con un turno de 16 horas y se finaliza con otra jornada de
ocho horas. Tal ritmo de trabajo, cada cuatro días, no puede considerarse
normal, ni siquiera en tiempos del capitalismo industrial decimonónico. (1,2)
Recuerdo que un médico guatemalteco durante un curso
introductorio a la residencia hizo énfasis en que durante la residencia se
estimulaba erróneamente un sentido de competencia egoísta, lo cual era
peligroso porque en toda competencia siempre alguien gana a costa de la derrota
o pérdida de otro. De tal manera que, según ese galeno lo que debía existir
durante la residencia era la cooperación. (1,2)
La jerarquía existe también en la residencia.
Los residentes son nombrados según el año que cursan: 1, 2, 3, ó 4. Así,
comúnmente se llaman R1, R2, R3 ó R4. En medio de tal orden jerárquico se
desarrolla un ambiente de competencia que no siempre es fraternal.
Frecuentemente se dice que durante el primer año los médicos residentes
empiezan siendo amigos; y al final del tercero o cuarto año, son ya
enemigos. (1,2)
En el caso de la especialidad de Radiología, me decía
el Dr. Juan Carranza (q.e.p.d.), radiólogo de Guatemala quien tenía más de 70
años cuando lo conocí, muchas veces los residentes que llegan a estudiarla no
la escogen como su primera opción porque quizá han intentado clasificar o
clasificaron en otras especialidades más solicitadas o de mayor peso clínico o
quirúrgico, de más prestigio. (1,2)
Es obvio que para
la residencia deben existir condiciones materiales, médicos que actúen como
profesores o maestros y la disciplina de estudio y trabajo y programas
académicos con un sistema de evaluación lo más objetivo posible. La
residencia es la continuación de la formación de los médicos a la par del
paciente, de la realidad. Aplicando la “teoría de la bicicleta” que mencionaba
el Dr. Yáder Palma, Especialista en Medicina Interna: ir del libro al paciente
y del paciente al libro.
(1,2)
La objetividad se
opone a la arbitrariedad durante la residencia. Esta última, a veces, es usada
por los médicos especialistas (médicos de base o jefes) en contra de un
residente específico. Es un secreto a voces que ocasionalmente un residente es
fichado por uno o varios de los médicos especialistas, lo que significa que no
pasará un determinado año de la residencia o será aplazado y eliminado de la
misma. Toda una selección artificial, no natural. Algunos galenos miran
en esta práctica una expresión de la competencia; una forma de disminuir la
competencia en el futuro mediato y a largo plazo.
(1,2)
Sin
los médicos residentes los hospitales de mayor complejidad no funcionan. Sobre
ellos recae la mayor responsabilidad del trabajo, el cual debe ser supervisado,
siempre que sea posible, por un médico especialista. El residente maneja
información actualizada –sobre todo ahora con el desarrollo de la cibernética y
la informática que han sobrepasado a los manuales de bolsillo-, lo cual no
significa que durante la residencia es la única etapa en que el médico
especialista estudia, como equivocadamente algunos piensan. Los residentes son
fundamentales en el impulso de la investigación científica. Y en Nicaragua han
sido determinantes en las huelgas médicas por aumento salarial como en 1997,
1998 y 2006.
(1,2)
La
residencia o especialización en un área de la medicina debe ser considerada
como una maestría o más, porque dura mayor tiempo que algunas maestrías y
cumple los requisitos de éstas. Después de ella, el médico especialista puede
realizar más estudios llamados sub-especialidad o “fellow” para continuar
estudiando toda la vida, más en estos tiempos en que el conocimiento cambia en
menos de seis meses.
(1,2)
.
El estímulo académico con el
reconocimiento a los mejores residentes debe practicarse como una forma de
mejorar la calidad de la formación de cada residente y de todo el
cuerpo de residentes, sin menoscabar el trabajo en equipo, el espíritu
fraternal y las relaciones de colaboración. Pero es más fácil que a un
residente le reconozcan los errores que los aciertos. (1,2)
La residencia es dura. Por
eso es una etapa de resistencia. Resistencia ante las prolongadas jornadas de
trabajo y ante la gran cantidad de contenido teórico para estudiar. Resistencia
ante las arbitrariedades de diversa índole, que incluyen exámenes subjetivos y,
a veces, castigo físico (como hacer más turnos nocturnos o durante fines de
semana). No en vano a los residentes se les
llama, en broma, resistentes. (1,2)
La residencia es algo más que
programas de televisión muy populares donde los residentes, interpretados por
galanes y bellas modelos, pasan de romance en romance. La residencia es la
realidad real. La residencia puede ser la mejor o la peor etapa de la formación
de un médico; la etapa de los buenos o malos recuerdos; puede resultar
satisfactoria, dura o traumática. No hacer cosas malas que parezcan buenas, ni
hacer cosas buenas que parezcan malas, sigue siendo un buen consejo. La
residencia es, simplemente, la residencia: es la fase de especialización de los
médicos y cirujanos. (1,2)
Referencias bibliográficas:
1.
Fisher, L. Historia de la Radiología en Nicaragua: la senda de la luz
invisible. Universitaria. Managua. 2010: 316
2.
Fisher, L. Historia de la Radiología en Nicaragua: la senda de la luz
invisible. 2da. ed. Universitaria. Managua. 2011: 428
Managua, Nicaragua, 28 de abril de 2012
leninfisherblogspot.com
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