Historia de la Medicina: razones para
estudiarla
Lenin Fisher
Si este librejo mío tiene algún éxito,
pensaré que como docente he logrado ser en mi vida
algo más que un profesor inútil.
Pedro Laín Entralgo
Sept. 1977
En la obra
“Historia de la Medicina” de Pedro Laín Entralgo se pueden extraer grandes
enseñanzas sobre la importancia que tiene estudiar, conocer, difundir y
analizar la historia de la Medicina. Veamos en el prólogo:
Los grandes temas o problemas que constituyen
el saber y el quehacer del médico son: el morfológico, el fisiológico, el
patológico, el terapéutico, el sanitario y el médico-social. (1)
Para el estudio de la historia de la
Medicina son útiles tres coordenadas principales: a) el saber científico-filosófico;
b) la técnica operativa; y c) la realidad concreta de la vida humana. (1)
a) El saber científico-filosófico: todo
lo que sea ciencia pura o filosofía de esa parte de la Medicina o de ese
contexto determinado.
b) La técnica operativa: el conjunto de
quehaceres técnicos (diagnósticos, terapéuticos o preventivos) de los cuales el
médico se vale para ejercer su oficio.
c) La realidad concreta de la vida
humana: los modos reales de enfermar y de estar sano y la real constitución de
la sociedad en la situación histórica de que se trate.
En la introducción señala las siguientes
ideas rectoras historiológicas e historiográficas:
1-. La historia es el curso temporal y
trascendente de las acciones del género humano, donde los hombres crean y olvidan
posibilidades –intelectuales, técnicas, políticas, económicas, artísticas,
etc.- para hacer su vida, y por lo tanto, incrementando o empobreciendo su
capacidad para vivir como tales hombres, de acuerdo a Zubiri. (1)
2-. La neoproducción de posibilidades de
vida es el resultado de la libertad creadora, que en la realidad concreta está
condicionada por las siguientes instancias: a) étnico-cultural del pueblo en
que surgen; b) el sistema de creencias y de intereses propio de la situación
histórico-cultural a la que pertenecen sus creadores; y c) el sistema social y
la estructura socioeconómica (distribución social de los bienes, índole y nivel
de los modos de producción y del trabajo, según Marx). (1)
3-. La nueva posibilidad de vida creada
por un hombre o grupos de hombres, en el seno de una situación histórico-social
determinada, es recibida o aceptada en grupos humanos más amplios, con
facilidades o dificultades mayores o menores, a través de mecanismos diversos,
que pueden ser descritos de manera característica. (1)
4-. El historiador de Medicina, en el
cumplimiento de su oficio, deberá atenerse a las siguientes reglas: a) procurar
que su relato sea, como dice Ortega, “un entusiasta ensayo de resurrección”; b)
tratar de que sus descripciones dejen ver la estructura y el dinamismo de la
realidad histórica; c) ordenará su exposición de modo que ésta muestra la
sucesión real de los “paradigmas” que han regido la historia del saber médico;
y d) hará ver como la sucesión real de los pasados modos de vivir –la medicina
pretérita- es un tácito “sistema” para la constitución e intelección del modo
de vivir presente –la medicina actual- desde el cual, él entiende y describe
tal pasado, según Ortega. (1)
Según Th. S. Kuhn el paradigma es el
modelo o patrón intelectual o metódico que regula toda una etapa del desarrollo
de una ciencia determinada y respecto al cual, todo lo que durante esa etapa se
hace, parece ser obligado y normal. (1)
La historia de la Medicina es la serie
de actividades personales, colectivas e institucionales realizadas por el
hombre, conforme a determinados paradigmas científicos y dentro de situaciones
histórico-sociales diferentes, para desarrollar sus sucesivas capacidades para
entender, curar y prevenir la enfermedad, es decir, para promover la salud;
como por otra parte, el relato sistemático de constante obra creadora y
operativa. (1)
¿Cuándo comenzó la creación de novedades
cuyo conocimiento le interesa al médico actual?
El positivismo responde: “Para el hombre
de ciencia, e incluso para todo hombre reflexivo, el pasado sólo comienza a
tener interés verdadero, deja de ser por tanto, mera curiosidad erudita, cuando
la mente humana ha aprendido a atenerse exclusivamente a los hechos positivos
–observación directa, cómputo matemático, medida instrumental o análisis
experimental del mundo en torno- y a las relaciones científicas que entre ellos
puedan establecerse. Con anterioridad a tal modo de proceder, esto es, durante
todos los siglos que anteceden a la época de cultura europea que solemos llamar
Renacimiento, los hombres, salvo contadas excepciones, habrían conocido el
mundo y hecho su vida orientados por concepciones puramente míticas o
vacuamente especulativas acerca de la realidad.” (1)
Sin embargo, hay que tomar en cuenta los
tres aspectos señalados por los analistas de la concepción mítica del mundo
(Jung, Kerényi, Bachelard, Mircea Eliade): a) de los mitos se han extraído
nociones muy valiosas para entender con plenitud la condición humana; b) todo
saber científico positivo debe apoyarse en una filosofía emergente de él y a él
trascendente, para poder integrarse eficazmente en la inteligencia y en la vida
del hombre; y c) la intelección y la práctica de la actividad médica o
sanadora, cualesquiera que sean la época y el modo de ésta, ofrecen motivos
suficientes para componer una visión del quehacer del médico rigurosamente
científica y actual. (1)
El conocimiento de la historia de la
Medicina puede ser realmente útil para la formación intelectual del médico, si
en la práctica de su profesión no quiere éste limitarse a un ejercicio
puramente rutinario; útil e incluso básico, en el sentido con que se designa a
las disciplinas científicas o teoréticas sobre las cuales se apoya el saber
médico. (1)
Los cinco elementos básicos para la
formación del médico que la historia de la Medicina, bien enseñada y aprendida,
ofrece al galeno, son los siguientes:
1) Un camino hacia la integridad de su
saber (la vía para alcanzar el todo del conocimiento de una disciplina no es
otra que la historia). (1)
2) Uno de los requisitos para la
posesión, en lo concerniente a sus saberes propios, de bien fundada dignidad
moral (nadie es ni puede ser un self-made-man absoluto). (1)
3) Una poderosa ayuda para el logra de
la claridad intelectual, que el ejercicio de cualquier técnica tan
esencialmente pide (quien conoce por lo menos los nombres de los precursores
posee un saber de mayor claridad intelectual). (1)
4) Una sutil y radical instancia para el
ejercicio de la libertad de la mente (el antidogmatismo, porque grandes y
duraderos dogmas científicos han sido vencidos). (1)
5) La formación histórica puede conceder
cierta opción a la originalidad: a) toda investigación científica seria supone
una instalación intelectual solvente y para alcanzar la meta se debe conocer
con algún detalle la historia entera del tema en cuestión; b) el conocimiento
riguroso del pasado – que debe enseñarnos lo que en ese pasado fue, lo que pudo
ser y lo que no fue- puede hacernos ver un nivel histórico de antaño
posibilidades intelectuales o técnicas no utilizadas convenientemente; c) la
adecuada presentación de una hazaña antigua puede estimular, en el lector
ambicioso e inquieto, el propósito de imitarla o superarla por sí mismo; d)
determinados hallazgos y saberes del pasado pueden haber sido olvidados por la
ciencia ulterior a ellos. (1)
Ya está la suerte echada, ya rueda el dado sobre la mesa.
(…) hice lo que pude. No lo suficiente, bien lo sé.
Otros harán más.
P. L. E.
Referencia bibliográfica:
1) Laín Entralgo, P. Historia de la
medicina. Salvat. Barcelona. 1978: 722
León de
Nicaragua, 6 de abril de 2012.
leninfisher.blogspot.
com
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