El mito de la
fase simple obligatoria en tomografía computarizada
Lenin Fisher
La tomografía computarizada (TC) con medio de
contraste (TC-cmc), es la mayoría de las veces, la fase necesaria y suficiente
para realizar un diagnóstico radiológico certero en las diferentes regiones
anatómicas del cuerpo humano. La TC cerebral en fase simple (TC-fs) en pocas y
muy específicas ocasiones es necesaria y suficiente para hacer el diagnóstico
tomográfico; entre tales ocasiones tenemos, a saber: traumatismo craneoencefálico
agudo y accidentes cerebrovasculares como los infartos isquémicos y hemorragia
intracraneal, incluyendo la hemorragia subaracnoidea. Según Haughton y
Williams, las indicaciones para realizar sólo TC-cmc, como técnica suficiente,
son: cefalea, convulsiones, exclusión de neoplasia y sospecha de metástasis,
aneurisma y absceso. (1,2)
La TC-fs es un mito que debe ser superado; una
costumbre transmitida de una generación de radiólogos a otra, de manera
mecánica; transmisión a veces justificada por “razones docentes” o “por
docencia” como se acostumbra decir; una práctica rutinaria en la que muy pocos
radiólogos han pensado, y menos aún criticado; una tradición casi vista como un
dogma de fe por la vieja guardia de radiólogos y asumida como tal por los
radiólogos novatos; un esquema aplicado rígidamente por años como parte de la
ortodoxia escolástica de la radiología; parte del status quo tomográfico.
Sin embargo, debemos preguntarnos, ¿es una buena enseñanza la práctica
obligatoria de la fase tomográfica simple que no brinda, la mayoría de las
veces, ninguna información adicional útil que la obtenida a través de la
TC-cmc? En otras palabras, la TC-fs no presenta ninguna ventaja sobre la
TC-cmc, lo cual no niega su utilidad en los casos arriba mencionados.
Ningún radiólogo a los que he interrogado, hasta el día de hoy, me ha podido
mencionar una sola ventaja de la TC-fs sobre la TC-cmc. Sencillamente porque
tal ventaja no existe. (1,2)
Que la TC-cmc supera en cualquier sentido a la TC-fs -en la mayor parte de
casos, por no decir la casi totalidad-, es una verdad de Perogrullo que puede
ser fácilmente demostrable en la Conchinchina y en Cafarnaún. Que la TC-cmc
brinda más información, es más sensible, demuestra mejor las estructuras
vasculares, valora el estado de la barrera hematoencefálica y permite
diferenciar lesiones, entre otras ventajas, es algo que cualquier radiólogo
sabe. (1,2)
No obstante, el recurrir permanentemente a la
TC-fs es un hábito arraigado en cuyo origen probablemente influyeron las
compañías transnacionales productoras de tomógrafos, películas, líquidos
químicos y reveladoras con el fin de estimular el consumo de sus productos.
Pero la resistencia al cambio –que significa prescindir de la TC-fs para usar
únicamente la TC-cmc-, ocurre, como en otras áreas de la vida, debido a miedo,
incredulidad e influencia social o temor al qué dirán. (1,2)
Las experiencias de entrenamiento, durante año
y medio, y luego como radiólogo laborando durante dos años, junto al Dr.
Ernesto Mena, en Tecni-Scan de Guatemala –donde hacíamos de 60 a70 TC
diarias; el trabajo en el Hospital Bautista de Nicaragua (cuando la crisis
energética y los “apagones” de 2006 y 2007 obligaban a trabajar rápido en pocas
horas); lo referido por el Dr. Orlando Valls, de Cuba -en ocasión de su estadía
de varios meses en Managua- de trabajar únicamente con TC-cmc; y mi
experiencia de más de 1500 TC-cmc en el HEALFM, sugieren que el uso de la
TC-cmc como fase única, es suficiente para el diagnóstico tomográfico y no
aumenta la frecuencia promedio de error diagnóstico. Al contrario, dicha
frecuencia podría ser hasta menor del promedio porque las imágenes valoradas
presentan un mejor contraste de las estructuras normales y de las alteraciones,
evitando ver inicialmente imágenes mal definidas como las que comúnmente se
observan en la TC-fs. (1,2)
Entre las múltiples ventajas que objetivamente
tiene la TC-cmc sobre la TC-fs podemos mencionar las siguientes: ahorrar placas
radiográficas; ahorrar cantidades importantes de medio de contraste endovenoso;
disminución en un 50% del tiempo de realización de la TC; disminución del
tiempo de entrega del resultado o informe; disminución en un 50% del uso del
tubo de rayos X que contiene el tomógrafo helicoidal multicorte; aumento del
rendimiento del equipo y del personal (radiólogos y técnicos); no altera ni
disminuye la efectividad diagnóstica del radiólogo; mayor tiempo
disponible para que los técnicos reconstruyan imágenes; número de cortes
axiales necesarios y prolongación de la vida útil del tomógrafo; se obtiene la
cantidad de imágenes necesarias; aumenta la velocidad de visualización de las
imágenes en el Sistema de Archivo y Visualización de Imágenes Médicas (SAVIM)
de la estación de trabajo. (1,2)
Desde el punto de vista administrativo, la
TC-fs representa un gasto de dinero muy importante e innecesario. Dicha fase se
puede considerar un examen completo que bien puede ser usado exclusivamente
para las emergencias neurológicas y neuroquirúrgicas; o bien, cuando está
contraindicado el uso de medio de contraste intravenoso. En Nicaragua, una TC
tiene un costo promedio de $150 (ciento cincuenta dólares). Así que, cuando en
un hospital pobre como el Hospital Escuela “Antonio Lenin Fonseca Martínez”
(HEALFM) no se realizan 500 TC-fs, entonces, se están ahorrando alrededor de
$75000 (setenta y cinco mil dólares). Lo anterior se refuerza con los hechos
siguientes: es ampliamente conocido y aceptado que entre el 45 y 55% de los
exámenes diagnósticos, en general, y radiológicos, en particular, resultan
normales; el 75% de las TC indicadas por cefalea son normales (158); y en niños
pequeños la TC es normal en el 97% de los casos y sólo detecta alteraciones en
menos del 3%. (1,2)
En otras palabras, el abordaje de una TC-cmc
se facilita si tomamos en cuenta que la mitad de las TC son normales; que la
cefalea es la indicación más común de TC y ¾ partes de esos exámenes
resultan normales; y que la mayoría de TC en niños también es normal. La
anatomía tomográfica normal con las áreas de realce normal está grabada en la
memoria del radiólogo y si la mayoría de las TC que éste evalúa son normales,
entonces, no debe existir obstáculo para considerar a la TC-cmc como una única
fase. Un radiólogo con cierta experiencia también tiene grabada en su memoria el
comportamiento tomográfico, es decir, las imágenes más comunes e incluso
atípicas, de las diferentes enfermedades, anormalidades o lesiones. Además, son
de gran ayuda las mediciones de los coeficientes de atenuación o densidades de
los tejidos normales y anormales para diferenciarlos. Por otro lado, es una
verdad evidente que es más probable que se yerre en un diagnóstico por sólo
disponer de TC-fs que si se dispone únicamente de TC-cmc. De otra manera, una
TC-cmc es un examen más completo que una TC-fs y brinda mucho más información
que esta última. (1,2)
Actualmente, con los equipos más sofisticados, por ejemplo, tomógrafos
multicortes de 64 cortes, en algunos lugares, incluyendo Centroamérica, están
disminuyendo el uso de medios de contraste intravenoso, a nivel cerebral,
porque dichos equipos son capaces de brindar imágenes con gran definición de
los vasos sanguíneos y se están derivando los pacientes, cada vez más, hacia la
resonancia magnética. Este método implica un mayor consumo del tubo de rayos X,
cortes reales más finos y mayor tiempo de uso del equipo. Para esto se necesita
de recursos económicos disponibles, lo cual no es el caso de nuestros
hospitales pobres. (1,2)
El HEALFM es un centro de referencia nacional
neuroquirúrgico con una alta demanda de TC donde comúnmente se realizan hasta
50 ó 60 TC diarias. Este volumen de trabajo exige alto rendimiento de
radiólogos, residentes de radiología, técnicos de rayos X y personal
administrativo. En HEALFM se hace la cantidad de TC que nunca antes se ha hecho
en Nicaragua en un solo hospital público o privado, o en un centro de
diagnóstico privado. No se puede comparar la demanda y el ritmo de
trabajo del servicio de TC de un hospital privado o centro de diagnóstico
privado con el servicio de TC del HEALFM; por lo tanto, las rutinas de trabajo
y protocolos deben ser diferentes. El tiempo del médico tratante, del paciente
y del radiólogo es muy valioso. (1,2)
Y no hay que olvidar que el HEALFM es el
primer hospital público de la historia de la medicina y la radiología de
Nicaragua en tener un tomógrafo nuevo, y que además, es del tipo
helicoidal-multicorte -tuvieron que pasar 35 años desde que en 1972 se estrenó
el primer tomógrafo en Londres para que eso sucediera-; tomógrafo que fue
donado a Nicaragua por el gobierno del presidente Hugo Chávez Frías, a través
de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (Alba), lo que costó,
incluyendo todos los gastos del Centro de Alta Tecnología (CAT), varios
millones de dólares al pueblo venezolano. Por lo tanto, hay que cuidar y
prolongar la vida útil de este tomógrafo nuevo, donado. (1,2)
No podemos caer en el refrán popular de “lo
que no nos cuesta hagámoslo fiesta”. La propiedad estatal es de todos y debemos
cuidarla. Este tomógrafo nuevo ha sido un beneficio directo para la gente pobre
y para la clase media. Para el Ministerio de Salud de Nicaragua, institución
que maneja un presupuesto limitado, propio de un país del tercer mundo que está
tratando de salir de la dictadura económica neoliberal, eso es mucho dinero;
especialmente ahora, en medio de la crisis económico-financiera del capitalismo
global y cuando el gobierno sandinista del presidente Daniel Ortega Saavedra
está impulsando un plan integral de austeridad para enfrentarla. Sin embargo,
para asumir como propias las ventajas de la TC-cmc y el innegable ahorro de
dinero que representa el prescindir de la TC-fs son necesarios conocimiento,
entrenamiento, experiencia, voluntad política, sentido común e
intuición. (1,2)
¿Es necesaria la TC-fs cerebral, la mayoría de
las veces? ¿Es la TC-cmc la fase necesaria y suficiente? Para responder a estas
preguntas y con el objetivo de demostrar que la TC-fs es innecesaria en la
mayoría de TC cerebrales realizadas y que consecuentemente representa un
derroche de recursos, he decidido hacer una investigación –estimulado por mi
experiencia profesional en Guatemala y Nicaragua, en hospitales y clínicas del
sector público y privado-, para respaldar con datos propios y comprobados, lo
que es una verdad más que evidente y que en mi práctica particular me ha
resultado un método exitoso y ampliamente aceptado entre médicos residentes y
técnicos; y que además, no ha encontrado una crítica seriamente sustentada por
ningún radiólogo. (1,2)
La idea fundamental de este artículo originó la
investigación “¿Realmente
necesitamos la fase simple en tomografía computarizada cerebral?, que ganó
el primer lugar en la XXV Jornada Científica del Hospital Escuela “Roberto
Calderón G.” (1,2)
Managua, 16 de
marzo de 2009
1.
Fisher, L. Historia de la Radiología en Nicaragua: la senda de la luz
invisible. Universitaria. Managua. 2010: 316
2.
Fisher, L. Historia de la Radiología en Nicaragua: la senda de la luz
invisible. 2da. ed. Universitaria. Managua. 2011: 428
leninfisherblogspot.com
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